Trastorno por déficit de atención
con hiperactividad
Artículo escrito por Daniela Ramírez Medina, alumna de
la Licenciatura en Medicina de la FMBUAP, miembro del CUDIM (Comité Universitario de Divulgación e Investigación
Médica).
Asesora experta: Dra. Minou
del Carmen Arévalo Ramírez, docente de la FMBUAP.
Introducción
El
trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) se define como
aquel patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que
interfiere con el funcionamiento o desarrollo 2 , bajo este marco, se podría sospechar
de TDAH en cualquier paciente que conductualmente manifieste dificultad para
mantener atención en actividades sociales, educativas y en las laborales, así
como, una impotencia de permanecer en el mismo sitio por un tiempo prolongado,
por ejemplo, estar en el aula en clases magistrales sin presentar
intranquilidad. Finalmente, se puntualiza la alteración en la impulsividad, en
donde esta, se ve incrementada y el paciente tiende a interrumpir
conversaciones, caer en la intransigencia y consecuentemente, afecta tanto su
vida social, como su autoestima. Sin embargo, dicha tríada no es definitoria
para el diagnóstico de TDAH, puesto que la sintomatología también se asocia con
trastornos convulsivos, secuelas de traumatismo craneoencefálico, infecciones
neuronales, trastornos del sueño, hipertiroidismo; del mismo modo los
antecedentes son fundamentales para el diagnóstico diferencial, puesto que un abuso
físico, sexual y de drogas condicionarían a la aparición del cuadro sin
necesariamente presentar TDAH.
1 Cabe mencionar que el TDAH se debe
diferenciar de los trastornos del aprendizaje, de lenguaje y de conducta.
La
evidencia científica demuestra que alrededor del 15-25% de los niños con TDAH
también sufren problemas de aprendizaje, un 30-35% presentan trastornos del
lenguaje, el 15-20% padecen trastornos del estado de ánimo y un 20-25% tienen
trastornos de ansiedad, esto refleja por qué cada caso requiere un tratamiento
personalizado con el fin de mejorar la calidad de vida y prevenir fracasos
laborales, depresión, adicciones, enfermedades gastrointestinales, el divorcio
e incluso suicidio.
En
este trabajo se resumen los aspectos esenciales a conocer del TDAH, enfatizando
su importancia clínica al ser uno de los trastornos del desarrollo más
frecuente en todo el mundo.
Epidemiología
Se
estima que la prevalencia de TDAH en la población mundial es del 7.2% 3, con una incidencia
mayor en el género masculino, presentándose en estos casos el predominio de la
hiperactividad, en contraste con las mujeres, quienes tienden a tener
exacerbada la falta de atención y su hiperactividad resulta menor en
comparación.
Se
ha estudiado que la mayoría de los diagnósticos de TDAH se realizan a lo largo
de la vida escolar, aproximadamente de los 6 a los 17 años, principalmente en
los niños que asisten a la primaria, puesto que es la etapa en donde empiezan
la lectoescritura y los infantes muestran más dificultad para aprender. Se estima
que, en la vida adulta, de los 19 años a los 45 años un 15% continúan con la
sintomatología, mientras que la mayoría documenta un decremento de ella y se
clasifican como remitentes parciales (tabla 2).
Actualmente,
se ha visto en estudios de seguimiento prospectivo, la aparición de TDAH en
adolescentes y adultos, lo que sugiere un nuevo subtipo de desarrollo del
trastorno.
En
cuanto a los factores de riesgo, se menciona que la interacción de ellos es
necesaria, ya que un factor por sí solo no podría condicionar a la aparición de
TDAH. Durante la vida fetal, el uso de drogas materno, el alcoholismo,
tabaquismo y la exposición al plomo o al mercurio predisponen a que el producto
desarrolle déficit de atención. El parto prolongado también constituye un fuerte
factor de riesgo, y recientemente se ha estudiado que los colorantes, conservantes
alimentarios y en general, la sacarosa no se asocia con la incidencia de TDAH
en niños. 5
Cabe
mencionar que el estrés causado por factores psicosociales, como lo son la
pobreza, la violencia y la falta de atención, exacerban el cuadro clínico.
Fisiopatología
Existe
mucha controversia en cuanto a la etiología del TDAH, sin embargo, la mayoría
de los investigadores concuerdan en que el genoma juega un papel esencial en la
aparición de este trastorno, especialmente seis genes: el gen transportador de
serotonina (5HTT), el gen transportador de dopamina (DAT1), el gen receptor de
dopamina D4 (DRD4), el gen receptor de dopamina D5 (DRD5), el gen receptor 1B
de serotonina (HTR1B) y el gen codificador para SNAP25; lo que sugiere que la
alteración radica en los sistemas dopaminérgicos y serotoninérgicos en donde
los neurotransmisores permanecen menos tiempo en el espacio sináptico, lo que
explicaría por qué funcionan los fármacos inhibidores de los transportadores de
dopamina y serotonina, de igual manera, da razón a la sintomatología.
Otra
alteración que se ha estudiado es a nivel anatómico, en donde se han observado
volúmenes cerebrales inferiores de la corteza prefrontal y los ganglios
basales. Los niños con TDAH presentan una reducción de aproximadamente un 5-10%
de estas estructuras cerebrales 1, conllevando incluso, a la asimetría hemisférica
cerebral. De igual manera, se ha notado una significante disminución del riego
sanguíneo en el cuerpo estriado y una dispersión en las redes neuronales;
tomando en cuenta todo lo anterior, definitivamente las vías dopaminérgicas se
pueden alterar y con ello dar paso al surgimiento del TDAH.
Diagnóstico
El
DSM-5 de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría define el TDAH 2 en niños (menores
de 17 años) como el hallazgo de seis o más de los síntomas enlistados (tabla 1)
con evolución mayor a 6 meses. Siendo requerido en adultos (mayores de 17 años)
un mínimo de 5 síntomas con el mismo periodo mínimo de tiempo para realizar el
diagnóstico del TDAH.
Inatención |
Hiperactividad e impulsividad |
Con
frecuencia falla en prestar la debida atención a detalles o por descuido se
cometen errores en las tareas escolares, en el trabajo o durante otras
actividades. |
Con frecuencia juguetea con o golpea las manos o
los pies o se retuerce en el asiento. |
Con
frecuencia tiene dificultades para mantener la atención en tareas o
actividades recreativas (p. ej., tiene dificultad para mantener la atención
en clases, conversaciones o la lectura prolongada). |
Con frecuencia se levanta en situaciones en que se
espera que permanezca sentado (p. ej., se levanta en la clase). |
Con frecuencia parece no escuchar
cuando se le habla directamente (p. ej., parece tener la mente en otras
cosas). |
Con frecuencia es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente
en actividades recreativas. |
Con frecuencia no sigue las
instrucciones y no termina las tareas escolares, los quehaceres o los deberes
laborales. p. ej., inicia tareas, pero se distrae rápidamente y se evade con
facilidad). |
Con frecuencia corretea o trepa en situaciones en
las que no resulta apropiado (Nota: En adolescentes o adultos, puede
limitarse a estar inquieto.) |
Con frecuencia tiene dificultad para
organizar tareas y actividades. |
Con frecuencia está “ocupado”, actuando como si “lo
impulsara un motor”. |
Con frecuencia evita, le disgusta o se
muestra poco entusiasta en iniciar tareas que requieren un esfuerzo. |
Con frecuencia habla excesivamente. |
Con frecuencia pierde cosas necesarias
para tareas o actividades |
Con frecuencia responde inesperadamente o antes de
que se haya concluido una pregunta (p. ej., termina las frases de otros; no
respeta el turno de conversación). |
Con frecuencia se distrae con facilidad
por estímulos externos. |
Con frecuencia le es difícil esperar su turno (p.
ej., mientras espera en una cola). |
Con frecuencia olvida las actividades
cotidianas. |
Con frecuencia interrumpe o se inmiscuye con otros
(p.ej., se mete en las conversaciones, juegos o actividades). |
Tabla
1. Cómo evaluar a los niños con trastorno por déficit de
atención/hiperactividad. Texto recuperado de Asociación Americana de
Psiquiatría, Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM 5.
Arlington, VA, Asociación Americana de Psiquiatría, 2013.
Ahora
bien, tener la cifra apta de síntomas no asegura el diagnóstico de TDAH,
también se deben tomar en cuenta las siguientes indicaciones:
A.
Algunos síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos estaban presentes antes
de los 12 años.
B.
Varios síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos están presentes en dos o
más contextos (p. ej., en casa, en la escuela o en el trabajo) y se documentan
de forma independiente.
C.
Existen pruebas claras de que los síntomas interfieren con el funcionamiento
social, académico o laboral
D.
Los síntomas no se producen exclusivamente durante el curso de la esquizofrenia
u otro trastorno psicótico y no se explican mejor por otro trastorno mental (p.
ej., trastorno del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo,
trastorno de la personalidad, intoxicación o abstinencia de sustancias).
Si
lo anterior igualmente se cumple, ahora sí, se procede a dar el diagnóstico. El
siguiente paso es identificar el tipo de TDAH que cursa el paciente (tabla 2)
para dar un tratamiento específico.
314.01 Trastorno por déficit de atención/hiperactividad,
presentación combinada: si se cumplen el criterio A1 y el criterio A2
durante los últimos 6 meses durante los últimos 6 meses |
Especificar: En remisión parcial: Cuando previamente se cumplían
todos los criterios, no todos los criterios se han cumplido durante los
últimos 6 meses, y los síntomas siguen deteriorando el funcionamiento. Leve: Pocos
o ningún síntoma están presentes más que los necesarios para el diagnóstico,
y los síntomas solo producen deterioro mínimo del funcionamiento social o
laboral |
Tabla
2. Cómo evaluar a los niños con trastorno por déficit de
atención/hiperactividad. Texto recuperado de Asociación Americana de
Psiquiatría, Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM 5.
Arlington, VA, Asociación Americana de Psiquiatría, 2013.
Tratamiento
farmacológico y psicosocial
El
TDAH afecta el bienestar en general, por lo que se recomienda un tratamiento
multidisciplinario y personalizado, de lo contrario, como se ha visto en
diversos estudios 8,
se incrementa significativamente la probabilidad de caer en conductas de riesgo
en la vida adulta (actividad sexual, conductas delictivas, consumo de
sustancias), fracaso escolar o dificultades para conseguir un empleo o para
relacionarse.
Si
estamos ante un caso leve, es oportuno limitar el tratamiento a psicoeducación
y manejo del comportamiento. Ahora bien, algunas guías de práctica clínica
consideran que, si el diagnóstico es para un infante menor a 6 años, también se
sugiere el manejo conductual para los padres y recomiendan la evaluación de la
intensidad de los síntomas para el uso de fármacos.
La
primera línea de tratamiento del TDAH en la edad preescolar es la terapia, pero
si no hay una mejora significativa, se maneja el metilfenidato. Por otro lado,
en infantes de primaria y adolescentes, el manejo de primera instancia es
farmacológico, ya que mejora los síntomas, complementariamente se emplean las
técnicas de manejo conductual para modificar la conducta. 14
El
tratamiento con metilfenidato, en ocasiones se acompaña de sales derivadas de
anfetamina, lisdexanfetamina o dextroanfetamina,
todos ellos pertenecientes a la familia de psicoestimulantes; actúan como
inhibidores de los transportadores presinápticos de dopamina y norepinefrina,
aumentando los niveles de catecolaminas y consecuentemente la capacidad de
concentración. Hay que tener en cuenta que, como todo medicamento, tienen
efectos adversos, siendo la supresión del apetito, el insomnio, la sensación de
tener la boca seca y las náuseas las principales reacciones que podrían
desencadenar; no está de más destacar que especialmente la anfetamina tiende a
ser adictiva y a la larga provoca cambios a nivel cardiovascular, por ende, se
debe tener precaución con las dosis, el tiempo de administración y la edad del
paciente.
Conclusiones
El
TDAH es de gran importancia clínica, puesto que tiene una incidencia de entre
el 5% al 10% en la población total, es puntual señalar que la hiperactividad,
el déficit de atención y la impulsividad son síntomas conductuales indicadores
del trastorno, sin embargo, no exclusivos de este.
Existen
escalas útiles para ser contestadas por el paciente, los padres y los maestros,
que apoyan el diagnóstico basado en el modelo DSM5 y hacen objetivo el
problema, permitiendo ver la gravedad de los síntomas y medir la mejoría al
iniciar el tratamiento multidisciplinario.
Aún
se continúa investigando acerca de la fisiopatología del TDAH, esperando saber
más acerca de la afección en las vías dopaminérgicas.
Referencias
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Americana De Psiquiatría, A. (2013). Guía de consulta
de los criterios diagnósticos del DSM 5.
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